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BLOG DE CRÍTICA Y REFLEXIÓN SOBRE ARTE Y ACTUALIDAD CULTURAL

viernes, 16 de diciembre de 2016

EVGENIJ SOLOVIEV, ENTRE LO REAL Y LO IRREAL


Evgenij Soloviev es un jovencísimo artista que fluye como la sangre que alimenta esa nueva ola de arte post-soviético que poco a poco va conquistando el mercado internacional. Nació en Nizhni Novgorod, la quinta mayor  ciudad de la Federación Rusa. Estudió un postgrado en la universidad de Marketing tras finalizar sus estudios de Diseño Gráfico. Sus imágenes son una mezcla de sentimientos de soledad, desesperación y paz mental, estados que muestran en el fondo paisajes épicos insostenibles en toda la realidad cotidiana. Mucha gente piensa que estos sentimientos son pérdidas de uno mismo, sin embargo, son todo lo opuesto, aparecen como puertas para conocer cómo somos y a dónde vamos.

Su capacidad artística consiste en lograr crear escenarios surrealistas e inquietantes gracias a una impecable técnica y una gran dosis de imaginación. Sus escenarios son como sueños que nos conducen a otras dimensiones, planos más allá de los sentidos perennes de los cuales es difícil salir. Son viajes psicológicos, que buscan respuestas más allá de lo absorbible. Luz, composición, concepto, perspectivas, fugas arquitectónicas, encuadres inversos, nubes, espacios abiertos, ingravidez, un abanico de variables que se mezclan para construir ese mágico universo surreal que te clava la imaginación hacia caminos infinitos.

Para el autor, la elección del software es un uno de los puntos importantes si se quiere alcanzar una buena manipulación fotográfica. Soloviev usas diversas cámaras y posteriormente digitaliza los resultados a través de Photoshop, Corel Painter, Lightroom y Cinema 4D, hasta lograr ese punto mágico que te evapora hacia su universo.

El Cinema 4D es un software de creación de gráficos y animación 3D que permite un modelado avanzado de figuras y objetos de todo tipo. Soloviev utiliza este programa para la creación de los diversos elementos arquitectónicos que aparecen en sus imágenes. La representación de todo el conjunto gráfico toma mucho tiempo, ya que es necesario afinar los cuerpos para que sean similares dentro de la imagen final. Por tanto, no el trabajo digital no es tan simple como ciertos detractores argumentan. La Fotografía nunca termina tan solo en la cámara. La Fotografía es una escena sin final, una reelaboración constante que implica la acción interdisciplinar de múltiples materias constantemente. 

Si bien es cierto que la Fotografía ha perdido actualmente esa función inicial que la caracterizó en sus primeros tiempos de desarrollo, la manipulación digital ha permitido acceder a niveles diferentes que de otra manera serían imposibles. Las propias limitaciones técnicas de la fotografía tradicional han ido marcando la necesidad de evolucionar y descubrir nuevas aplicaciones y conexiones con otras disciplinas y aportaciones diferenciales. No obstante, no hay que olvidar que las extensiones creativas y artísticas que emplearon los pioneros fueron también rebasadas por la invención de nuevas formas de ver y proceder las imágenes.

Hoy en día, vivimos encerrados en este vasto mundo de consumos y procesos industriales masivos, un enjambre en el cual la Fotografía ha cambiado su orientación y funcionalidad. Es lo que ocurre en cualquier actividad profesional, la tecnología obliga a incorporar nuevos sistemas a las clásicas formas de hacer las cosas. Nada es ya como fue y por eso hay que entender las nuevas formulaciones que la sociedad impone.

Pero seguir el juego tecnológico no significa morir artísticamente ni caer en la pérdida de valores artísticos, sino simplemente disponer de un punto de giro como consecuencia de ese cosmos digital que se ha adueñado de nuestra forma de operar. La vida moderna implica una actitud “pasional” e innovadora hacia las recientes aportaciones digitales. Es por ello que debemos entender y respetar la manipulación fotográfica porque ella viene haciéndose desde que la Fotografía irrumpió en la historia, bien con retoques de pincel, lápices, anilinas, difuminados  y gomas. A partir de aquí hay que comprender que el arte encierra los trabajos de los artistas clásicos y de los nuevos artistas digitales, como es el caso de Soloviev:

Básicamente las imágenes aparecen en mis ojos cuando me levanto por la mañana y tomo nota de esas ideas en una hoja de papel. A veces escuchar música me afecta y me conduce a ciertas ensoñaciones. Quizás la mayor influencia es el trabajo de Robert y Shana ParkeHarrison en The Architect’s Brother. También me gusta la fotografía de Scott Mutter y Jerry Uelsmann.

Soloviev es un artista que desafía la gravedad de las imágenes, colocando al individuo dentro de un juego sin fronteras entre la vida cotidiana y la libertad. Por ejemplo, el administrador del tiempo es una imagen que sintetiza esa ingravidez del mundo real frente al individuo que busca su libertad perdida: es el niño que sueña con ser algún día alguien. Los trabajos de Soloviev se centralizan en la relación de tamaños, entre el ser y la realidad bajo perpetua traslación y estaticidad, bajo movimiento que se elastiza hacia la transmutación. Para Soloviev el ser está reducido ante la inmensidad de lo real, pensando, buscando respuestas tras contemplar el universo ante sus ojos, ante sí mismo. Sus obras son un puro viaje surrealista.

Dada su edad, su obra no es excesivamente abundante, pero estamos ante un virtuoso que confiere una incursión magistral entre el surrealismo y la Fotografía, trazando una filosofía nueva entre lo pequeño y lo enorme, entre la persona y la inmensidad que lo aplasta e ignora. Cuando se entiende esto, el hombre deja de ser el centro del mundo (superación del antropocentrismo) y pasa a ser una ínfima parte de la gran estructura que lo envuelve. En su decreciente corporeidad, lucha psicológicamente por la supervivencia, con el fin de entregarse al Cosmos y alcanzar sus sueños. Lo increíblemente pequeño y lo vasto acaban encontrándose como si un gran círculo se cerrase. La concepción del mundo se invierte y de forma extraordinaria el ser accede a su esencia; es la grandeza de lo finito frente a lo infinito.

Esa ruptura opera en un espacio que permite la constitución del mundo. Se trata de la revelación de una realidad absoluta, que ha permanecido oculta muchos siglos y que el psicoanálisis ha logrado entender. Al igual que el hombre primitivo, o el hombre desnudo ante las estructuras sociales modernas, los seres de Soloviev organizan su orbe, reactualizando el pasado primordial de la creación como un encuentro de sí mismo hacia la conquista de un vasto territorio hiperdimensional.

Como conclusión cabe decir que no es fácil analizar las obras de ciertos autores. Son creadores inusuales que prescinden de la realidad común y bucean en el alma humana, usando símbolos, traslaciones, regresiones y todo tipo de referencias arquetípicas. De ahí que para entenderlos deba recurrirse a esa inmersión psicológica y filosófica que a veces puede resultar extraña, compleja e incluso inaccesible. Pero Soloviev es así, un misterio que escudriñar, como lo han sido, en otras artes, pintores como Dalí, Magritte, Jackson Pollonch o los mismísimos suprematistas. Lo importante es abrir la mente, observar y dejarse ir por las sensaciones que emanan de las obras, es decir, dejar fluir los pensamientos sin condiciones, ni morales ni sociales, hasta alcanzar este estado nirvánico de plena fusión entre los distintos planos de la existencia real y la existencia personal, entre el Yo liberado de la moral y de los mecanismos de defensa.

Carlos Flaqué Monllonch













Artículo publicado en la revista "Luz y Tinta" número 34 (páginas 50 a 54)