La fotografía no es tan solo una disciplina
técnica con gran capacidad artística, ante todo es un arte interdisciplinar,
una visión global que abarca un lenguaje múltiple que se alimenta de distintas
fuentes de inspiración. Su funcionalidad es captar la realidad completa, pero
en sus diferentes esencias: realidad pura, hiperrealidad, metarealidad,
transrealidad, exorealidad, entre otras.
Como entidad general, la realidad
en sí misma es aquello que aparentemente nos rodea, lo que apreciamos a través
de los sentidos. Pero la realidad no es percibida de forma igual por todos, a
pesar de vivir insertos en realidades parecidas. Cuando entramos en contacto con
las diversas formas de conocimiento, la razón, la percepción, la emoción, el lenguaje
y el arte, estimulan nuestra esencia bajo formas múltiples, desencadenando consecuencias
diversas. Todos percibimos la realidad de una forma diferencial porque
simplemente la elaboramos bajo filtros dispares.
Pero a veces la realidad se
desintegra, se funde, penetra en dimensiones no habituales a los sentidos básicos,
es decir, se supera a sí misma, se transmuta, se autodestruye. Deja su parte
real y regresa o viaja en el espacio y el tiempo. Es el caso de la realidad que
nos ocupa, el Steampunk, que vendría a
ser un sentimiento existencial que marca una realidad diferente actual pero se
alimenta de un estado esencial de retroceso histórico.
Retrospección, fusión, tiempo
victoriano, complementos rescatados de épocas industriales donde los engranajes
y las piezas formaban sistemas que desafiaban toda la lógica comprensible. Fueron
la exquisitez vanguardista de su momento, donde la ciencia ocupaba un sagrado
lugar y fraguaba los más sorprendentes y extraños inventos. Muchos de ellos los
hemos vistos en numerosos pasajes de ciencia ficción, cómics y videogames.
La inspiración Steampunk proviene de un pasado glorioso
victoriano donde las máquinas causaron el asentamiento industrial e ingenio de la
humanidad del momento. Se trata de un estilo cultural y gráfico que marca una
forma de entender la vida como una actividad mecánica de la sociedad. Se ha introducido
en la moda, en el arte, en la música, en la literatura, en la fotografía,
fusionando muchas estructuras gráficas a modo de un collage perdido en el hito de la historia.
Ante la digitalización invasiva y
fácilmente manipulable, la mecánica legendaria de períodos supuestamente superados,
el Steampunk renace de nuevo como un signo
distinto de evolucionar y de ver los espacios. Recoge las herencias del pasado
para generar extraños híbridos de modernidad y alternativa artísticas,
adaptadas a las metarealidades de nuestro tiempo.
La palabra Steampunk es el resultado de mezclar los vocablos ingleses Steam (vapor) y Punk (contracultura juvenil de extrema rebelión a mediados de los
70). Inicialmente la palabra se asoció a un subgénero literario que nació
dentro de la ciencia ficción especulativa en la década de los 80, concretamente
de la mano de los escritores de la movida Cyberpunk.
A día de hoy este subgénero ha madurado tanto que se ha convertido en un
movimiento artístico y sociocultural por sí mismo, una personalidad de viejas
maquinarias doradas asentadas en la Inglaterra victoriana y eduardiana o en los
Estados Unidos de Norteamérica del Wild West.
Las temáticas Steampunk muestran tecnologías anacrónicas,
invenciones futuristas imaginadas por los visionarios de su época pero insertadas
dentro del espacio actual. No se trata de una simple pose o moda estética, sino
más bien de una retro vanguardia, consistente y reciclada, que toma prestados
algunos elementos del futurismo del siglo XX. También absorbe elementos del
romanticismo gótico, del dandysmo decadentista de Charles Baudelaire y Oscar
Wilde, o del fetish de divas actuales
como Dita Von Tesse o Porcelain Black. Si a todo ello añadimos los propios
ingredientes steam y punk, se obtiene la esencia industrial y
post-apocalíptica de la realidad steampunkiana.
El grafismo Steampunk toma su energía y envoltorio de las leyendas literarias
de H. G. Wells y de Jules Verne, pero también de autores contemporáneos como Phillip
Pullman, Scott Westerfeld y China Mieville. También absorbe las semillas dejadas por films clave como Jim West, Wild Wild West o Final Fantasy, 9, The Eye of Storm (de Lovett) y The
Mysterious Geographic Explorations of Jasper Morello. Sus obras configuran una potencia imaginaria
de ficción especulativa que desencadena una amalgama de refinadas ucronías
entendidas éstas como una reconstrucción histórica sobre hechos posibles pero
que no han sucedido realmente. El Steampunk
es, por tanto, un rechazo de las estéticas actuales que cambian constantemente
y alejan al individuo de la ciencia y la sociedad. Además, representa un
discurso contra la obsolescencia programada, entendida ésta como el desarrollo de
un producto sabiendo que morirá o estará obsoleto en un tiempo concreto.
Musicalmente hablando el Steampunk agrupa bandas y artistas muy
dispares: desde el dance industrial y world music de Abney Park, las creaciones del inventor
y cantante Thomas Truax, los
trabajos de Sunday Driver influenciados
por la música carnática, la opera hip-hop industrial del Doctor Steel, el rock progresivo y
la dark wave de Vernian Process,
el avant-garde rock y rock gótico de Unextraordinary Gentlemen, los sonidos
electrónicos de The Wet-Glass RO,
hasta el big band de la Secret
Society de Darcy James Argue.
Además, el Steampunk ha penetrado profundamente en el mundo de la moda, el diseño,
el comic, la animación y los videojuegos.
Asimismo, el Steampunk es un estado de lucha y desprecio ante la frágil
naturaleza críptica de la era digital, una filosofía que rechaza la producción
en masa, a favor de los productos formados a través de los artífices de la mecánica
más refinada. Una máquina Steampunk es
casi irrompible, tiene diseño y es una obra de arte en sí misma.
Por su parte, la fotografía Steampunk plasma y crea la simbiosis
entre máquinas, artilugios, sociedad y seres humanos, una tetralogía que
incluso tiene sus propias leyes, su visión de la vida y de la cultura. No se
trata de sesiones fáciles de conseguir, dado que la dificultad reside en
disponer de los elementos para construir esa arquitectura estilística que
simboliza al ser humano biomecanizado. Tubos, compartimentos cristalinos, partes
de armaduras, máquinas y artefactos, corsés, joyas, sombreros de copa, gafas de
aviador o de soldadura, maquinarias relojeras, engranajes dentados, cables férreos,
pistolas, máscaras antigases, y un larguísimo etcétera de ingenios arcaicos.
La iluminación fotográfica juega un
papel determinante. Realza la belleza de la piel, dejando una textura estilizada,
plana, sin defectos ni arrugas, a modo de las más frágiles porcelanas de la
época. Dominan los colores cálidos, amarillos, naranjas, ocres, dorados, con
algunos toques de alternativas cromáticas hacia el azul, el verde o el lila… El
blanco, el negro y el gris, están muy presentes, aunque a veces navegan entre la
dominancia, la exclusividad o la ausencia.
En algunas iconografías aparece
la tenebrosidad gótica. En otras la plástica y la atmósfera se fugan hacia las
tonalidades frías y apocalípticas. Hay trabajos limpios, sin post producciones.
Todas imágenes muestran el drama representado. Sin embargo, en otras imágenes
se realza la brillantez ilustrativa del combinado digital, donde el software de
imagen se corona como rasgo dominante y posterior a la captura: Photoshop,
Painter, Illustrator, etc., ayudan a configurar una infografía que culmina como
un el arte final de absoluta exquisitez. Ambas técnicas generan resultados que
buscan trascender la realidad a fin de penetrar en el seno de un hiperrealismo
casi pictórico.
En conjunto se trata de expresiones
artísticas que encuentren su origen en la añoranza del pasado, que se ven
influidas por el entusiasmo de aquellas descripciones utópicas o distópicas
sobre un futuro imaginario. Se trata de explorar la tensión existente entre lo
antiguo y lo nuevo, al mismo tiempo de criticar el poder de la tecnología
actual que nos distancia como sociedad. De este retro futurismo no solo se
deriva el Steampunk (basado en la tecnología
del vapor), sino también el Dieselpunk
(estética art-decó bajo la influencia del expresionismo alemán), el Atompunk (proveniente de la amenaza
atómica y bioquímica) y el Bitpunk (tecnologías
basadas en el neón, la cibernética y la informática). Todas estas tendencias
poseen el mismo tronco común pero se diferencian en pequeños matices y en sus
fuentes de inspiración. Todas estas ramificaciones se yuxtaponen entre sí formando
mezclas conjuntas de varios de los estilos diferentes.
Desde el punto de vista fotográfico, el Steampunk ofrece esa realidad que juega entre lo real y lo imaginario, entre lo nuevo y lo viejo, entre lo mecánico
y lo biológico, un puente biomecanoide que conecta el presente con el pasado y el
futuro. La fotografía, como herramienta predilecta para la plasmación de realidades
fijas, permite esa fusión plástica que explora y trasciende sus propias
funciones, aplicaciones, fuentes de creatividad y de inspiración, es decir, encierra
las claves que permiten conectar las distintas realidades en un preciso
instante. Es la magia de poder jugar, mezclar y componer conceptos artísticos diferenciados hacia
una yuxtaposición gráfica en el espacio y en el tiempo.
Para concluir puede decirse que el Steampunk se fragua como un
movimiento de crítica hacia la maltrecha e insana sociedad consumista, tratando
de buscar un renovado positivismo para potenciar lo humano. Para ello toma la
moda, la imagen y la tecnología, no como objetos o herramientas sin alma, sino como
alternativas para generar piezas de arte. El Steampunk ofrece también los ideales de una época ya perdida,
la recuperación de una mejor educación, la revalorización del conocimiento y la
búsqueda del individuo por encima de una sociedad masificada. En definitiva, la
tendencia Steampunk es una
apuesta diferencial de contracultura que desafía todos los estamentos afincados
en la cultura corporativa del sistema actual..
Carlos Flaqué Monllonch
Artículo publicado en la revista "Luz y Tinta" número 33 Abril 2014 (págs 34 a 40)
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