Lillian Bassman fue una
renombrada fotógrafa y pintora estadounidense que
sobrecogió a su época por su brillante trabajo, pero al mismo tiempo por
generar un estilo artístico que, en múltiples ocasiones, chocó contra los
convencionalismos del establishment de la moda clásica. Bajo una
forma de arte muy propia, fue considerada una excelente creadora pero al mismo tiempo excesivamente
artística al anteponer su concepto fotográfico por encima del producto. Fuera
como fuera, hoy su capacidad de expresar glamour de altos contrastes
figura entre los grandes íconos de la fotografía de moda. Conozcamos pues algunos
breves aspectos de su biografía y de su posterior su evolución profesional.
Lillian nació en Nueva York, un 15 de junio de 1917, el mismo
año en que fue derribada la autocracia zarista en Rusia por
la Revolución Bolchevique de Octubre del mismo año. Hija de padres
intelectuales judíos que emigraron de Ucrania a Estados Unidos en 1905, Lillian
vivió con su familia en la neoyorquina zona de Brooklyn y Greenwich
Village. Cursó estudios en la ‘Textile High School’ y luego en
el ‘City College’ de Manhattan, llegando incluso a modelar para la
‘Art Students League’. Posteriormente se unió a la ‘Works Progress
Administration’ como asistente de pintura (1934), pero en 1939 lo abandonó
para estudiar ilustración de moda en el ‘Pratt Institute’. En 1940 ingresó en la ‘New School
for Social Research’ y gracias a la beca que le fue otorgada, conoció a Alexey
Brodovitch, un fotógrafo y diseñador ruso que, tras la revolución comunista rusa, marchó del país y se afincó en los Estados Unidos hasta convertirse en
el director artístico de la revista ‘Harper's Bazaar’. Alexey fue al mismo
tiempo profesor de otros fotógrafos incipientes como Richard Avedon, Hiro,
Garry Winogrand o Irving Penn.
Como curiosidad cabe decir que Lillian, a la edad de seis
años, conoció al que posteriormente sería su marido, Paul Himmel, también hijo de inmigrantes judíos ucranianos. Lillian
volvió a encontrarse con Paul cuando ella cumplió los trece años y a los quince
empezaron a vivir juntos. Llegado 1935 se casaron y mantuvieron su matrimonio
durante 73 años hasta que Himmel murió en 2009. Paul fue asimismo un
excelente fotógrafo pero evolucionó más hacia la experimentación de la
imagen en movimiento, los estudios etéreos del cuerpo humano,
las sobreexposiciones y los tiempos de exposición. Puede decirse que, gracias a sus habilidades e investigaciones, ambos artistas supieron transformar el mundo de la fotografía
de moda a pesar de las resistencias de la industria de la época. Lamentablemente a los tres años de morir su amado esposo, Lillian dejó este mundo
con 94 años. Fue un 13 de febrero del 2012. Lizzie, la hija de ambos y también
fotógrafo, confesó en cierta ocasión que el matrimonio de sus padres fue ese
tipo de romances en el que Hollywood rodaba hermosas películas: Ellos dos
jamás hicieron nada por separado. El amor y la fotografía fueron su común enlace.
La carrera de Lillian Bassman empezó a escalar peldaños
cuando tuvo la oportunidad de convertirse en el asistente de Alexey Brodovitch en ‘Harper's Bazaar’ a principios
de 1940. Gracias a su talento y a las enseñanzas de su mentor, Lillian pronto
se convirtió en directora de arte de la revista ‘Junior Bazaar’, desde
donde contrató a los jóvenes fotógrafos Richard Avedon, Arnold Newman y Robert
Frank, dándoles su primera oportunidad de trabajo en el mundo de la moda.
Bassman también llegó a trabajar con Betty Godfrey en la firma de belleza y
cosmética ‘Elizabeth Arden’. A partir de ahí, sus fotografías se
incluyeron en muchas exposiciones internacionales, como en la aclamada ‘Family
of Man’, de Edward Steichen, obteniendo diversos reconocimientos internacionales. En
1951 inauguró un estudio fotográfico con su marido Paul Himmel y se
especializó como fotógrafa profesional de moda (ropa, telas, lencería y
complementos), publicidad, belleza y cosméticos y también licores.
A partir de los 70, y como consecuencia del cambio de moda,
estilo y estética, su visión por las formas fotográficas de moda, fue
considerada ‘demodé’. Fue entonces cuando Lillian decidió
abandonar la especialidad y entregarse a proyectos fotográficos más libres
y propios, llegando incluso a tirar en bolsas de basura numerosas negativos y
fotografías de moda. Ser demasiado innovador en ciertos momentos conlleva a estos riesgos. Pero el destino siempre guarda sorpresas para los autores
con suerte, y veinte años después parte de sus trabajos de moda, se descubrieron
varios de estos recipientes repletos de fotografías. El
descubrimiento fue tan asombroso que varias de las imágenes de las rescatadas acabaron
siendo expuestas en la célebre exposición ‘Shots of Style’ de 1989, en
Londres. Su trabajo volvió a revalorizarse aunque en ocasiones las cosas se valoran alejad as de su
contemporaneidad más inmediata.
Entre 1985 y 1995 Lillian estuvo dando
clases en la ‘Escuela de Diseño Parson’ y en 1996 volvió a la
fotografía de moda colaborando para la ‘New York Times Magazine’,
consiguiendo variados galardones por su excelso trabajo.
En 1999 obtuvo un renombrado y merecidísimo reconocimiento gracias a
los ‘Encuentros Fotográficos’ de Arlés, en Francia; y en 2009 se
realizó una exposición retrospectiva de su trabajo como tributo de su obra en
la ‘Casa de la Fotografía de Deichtorhallen’, en Hamburgo, Alemania.
La exposición albergó también diversas fotografías de su marido Paul Himmel. A pesar de su avanzadísima edad, Lillian siguió entregada a la fotografía hasta el último
momento. Era su gran pasión y vínculo con la vida. Se atrevió incluso
con la fotografía digital y abstracta en color, a fin
de crear nuevas series gráficas. Se atrevió inclusive con software de edición de imágenes, como el Photoshop.
Estaba interesada en desarrollar un
método de impresión por mi cuenta, incluso antes de tomar
fotografías. Allí, sentí la sensación de poder decir algo que quería
decir, creando un nuevo tipo de visión además de lo que veía la cámara.
LILLIAN BASSMAN
Los rasgos que definen mejor su trabajo es el empleo de
altos contrastes entre las luces y las sombras, la presencia de grano en las imágenes y el uso de encuadres geométricos en las temáticas. Sus inusitados métodos de impresión y los diversos efectos gráficos que aplicaba a través de la
experimentación con gasas y tejidos en el cuarto oscuro, fueron otras herramientas creativas para sus fotografías finales. Esta experiencia,
combinada con la estrecha relación que supo crear con sus modelos, dieron como
resultado imágenes de una tremenda dimensionalidad emotiva única, rebosante de sensualidad y glamour
atemporales. Su obsesión y minuciosidad tenían por objeto lograr enigma y
distinción a la forma femenina y a sus ornamentos que la adornaban. Eso hizo que su trabajo
fuera objeto de prestigiosas campañas publicitarias de las principales marcas,
como Chanel, Balenciaga en los sofisticados años 40, 50 y 60. Actualmente, sus
obras pueden verse en el ‘Museo de Bellas Artes de Boston’ y en el ‘Fashion
Institute of Technology’ de Nueva York. Como bien dijeron sus allegados más cercanos, el cuarto oscuro era su campo de batalla. Allí empezaba una apasionada épica en busca de un nuevo arte final.
Todo lo que hace
Lillian tiene un poder verdaderamente mágico
RICHARD AVEDON
Carlos Flaqué Monllonch (KarlFM)