Vivimos en el seno de una sociedad acelerada. No hay tiempo
para la reflexión, para la actitud responsable y pausada y análisis profundos.
Creemos que todo es reducible a una simple pincelada de rápidas referencias,
sin estar lo suficientemente contrastadas a pesar de la mucha información de que
se dispone. Es realidad que se produce todos los años y sin embargo los
patrones de elección no suelen variar. Muchos padres erran o se abruman cuando tienen
que asumir la responsabilidad de elegir un colegio para sus hijos. El reto
es enorme, complejo, y por ello, lamentablemente se dan muchos pasos como
evidentes y resueltos. Se tiende a sintetizar y acortar, se abusa de la
intuición y de la experiencia cercana y cómoda. A veces por suerte se acierta, pero
lo que se hace con prisas y sin un proceso de previa reflexión, suele conllevar
errores, muchos de ellos gravísimos y sin vuelta atrás. Esto suele ocurrir
cuando se “toman rápidas decisiones, sin pedir consejo profesional o cuando se consulta
superficialmente a determinadas personas. También acontece cuando se tiene en
cuenta tan sólo ciertos aspectos en solitario de la educación: Interesarse sólo
por los profesores, preocuparse de las relaciones sociales, olvidarse de la
orientación psicopedagógica y de la atención personalizada, fijarse en las
dimensiones y número de instalaciones pero no en su cuidado, etc”[1]. Es por eso, que el proceso de elección
de una escuela necesita seriedad, porque empezar bien es cimentar una buena
construcción posterior. Las bases son siempre el futuro estable de
cualquier proyecto.
LA BUENA EDUCACIÓN EMPIEZA CON ELEGIR BIEN ESCUELA
ADAPTADA A LAS NECESIDADES DE NUESTROS HIJOS.
La educación es, junto a la salud, el factor más importante
al que se enfrentan unos padres en relación con sus hijos. Se trata de un largo
proceso que se inicia ya en la edad pre-escolar, pasa por etapas intermedias
hasta alcanzar la fase superior universitaria. Saber escoger la línea educativa y centro escolar correctos, es una tarea compleja que implica gran
responsabilidad, reflexión y diversas actividades previas por parte de los
padres.
De la misma manera que se realiza un proceso de reflexión
cuando un consumidor decide comprar un producto o servicio caro y complejo, la
actitud ante la elección de una escuela debería ser igual o más juiciosa. Por
eso lo primero que los padres deben hacer es buscar, procesar y evaluar la
información antes de llegar a la decisión final más acertada.
Jorge Casesmeiro,
director de Psicopaidos y asesor del Colegio de Pedagogos de Madrid, indica
que la previa condición para a una buena selección escolar, consiste en que
“antes de pensar qué colegio es el mejor, los padres deben preguntarse qué
tipo de escuela será la más adecuada para su hijo“. En este punto entran en
juego importantes factores que determinan esta primera elección: cómo es la
familia, qué valores e influencias posee, cuál es su entorno de vida y qué
trata de buscar para sus hijos… De ahí que lo más importante sea plantearse el objetivo
educativo final antes que dejarse maravillar por la publicidad o fama de
un centro, sus precios o instalaciones.
Carmen Guaita,
maestra de Primaria y vicepresidenta nacional del sindicato de profesores ANPE, afirma que lo fundamental
es que “los padres se imaginen a su hijo de adulto, que tengan presentes que
valores y capacidades quieren que posea: idiomas, virtudes religiosas, aportes
a la sociedad… así como saber determinar qué tipo de colegio buscan: elitista o
más adaptado a su situación”. Cada estructura familiar marcará unas
prioridades diferentes. La cultura, la formación, las tendencias ideológicas,
la clase social a la que pertenece, los grupos de referencia que frecuenta, el
tipo de relación familiar que posee, sus amistades y gustos personales, etc.,
serán determinantes. A partir de ahí, los padres establecerán los puntos
necesarios para la búsqueda informativa acerca de los centros educativos
seleccionados. ¿Cómo realizarlo?
Antes de la contratación de los servicios finales de escuela,
cada familia optará por un conjunto de roles diferenciales, aunque lo más
recomendable es adquirir la totalidad de los mismos ya que en este tipo de
procesos intervienen diversas personas. Tanto el rol iniciador, informador,
influenciador y decisor, como el rol comprador y usuario, son de extrema
relevancia. Cada uno de ellos aporta información útil para completar bien el
proceso. En cuanto al proceso de compra éste debe ajustarse más a un perfil de comportamiento complejo[2] aunque dependiendo de las familias
pueden darse casos de comportamiento de tipo reductor de disonancia cognitiva[3], comportamiento habitual de compra[4] y comportamiento de búsqueda variada[5].
Sobre las fases de decisión hay que seguir primero con un reconocimiento
de la necesidad, búsqueda de la información, evaluación de
la misma y sus alternativas, hasta llegar a la decisión definitiva y
a un seguimiento posterior. Es necesario observar, asimismo, los
factores ambientales, corporativos y organizacionales de las escuelas elegidas,
es decir, conocer sus dinámicas internas, su proyecto educativo[6], la filosofía y metodología que imparten[7], el ideario de la escuela[8] la calidad de su enseñanza, el
plantel docente que dispone, los detalles e instalaciones[9], las actividades extraescolares que
oferta, los tipos de enseñanza que se barajan en la selección (pública,
concertada o privada)[10]. También hay que interesarse por el
perfil de los alumnados[11], recoger testimonios de otros padres que
conocen las escuelas, valorar aspectos de infraestructura y transportes,
tiempos de desplazamiento, horarios, si dispone de gabinete psicopedagógico
(ayuda al alumno en caso de dificultades de aprendizaje o de comportamiento),
tener una visión del ambiente en la escuela, de las conocer las relaciones
entre profesores y padres, cómo trabaja el director… Para tener este
conocimiento nada mejor que visitar los centros y ver su funcionamiento[12], conversar con los implicados, recoger
datos, comprobar, comparar, valorar, ventajas e inconvenientes y finalmente
decidir.
Según los estudios de AECOSAN (Agencia Española de Consumo,
Seguridad Alimentaria y Nutrición), la madre es quien tiene la responsabilidad
última en la toma de decisiones en el hogar, rol que repercute en todo lo
concerniente a la educación de los hijos. No obstante, la influencia del padre
es también determinante, dando a entender que ante la elección de las escuelas,
ambos cónyuges son quienes tienen la máxima capacidad decisoria a la hora de
elegir la mejor escuela para sus hijos. No existen varitas mágicas que
resuelvan la problemática que implica el hecho de elegir la escuela más eficaz
para los hijos, tan solo una actitud responsable y reflexiva es la solución más
acertada. Por tanto, hay que saber que no existen colegios perfectos sino
colegios apropiados para niños concretos. De ahí que lo fundamental sea saber
si el colegio elegido es el correcto para nuestro hijo.
Carlos Flaqué Monllonch
NOTAS:
[1] http://noticias.lainformacion.com/asuntos-sociales/como-elegir-colegio-para-los-hijos-siete-errores-de-fondo-y-una-regla-de-oro_k4fiNN82oCBYA7q1if24I2/
[2] Los consumidores están fuertemente
implicados en la compra y ven diferencias importantes.
[3] Cuando el consumidor se encuentra
implicado pero no ve grandes diferencias entre las marcas aunque la compra
implica cierto riesgo.
[4] Cuando el consumidor con un bajo grado
de implicación no ve diferencias significativas entre las marcas. El consumidor
busca precios atractivos o importantes promociones de venta.
[5] Cuando el consumidor se implica poco
pero percibe diferencias entre las marcas.
[6] Es vital conocer cómo se transmiten los
conocimientos: aprendizaje memorístico, participativo, creativo… Saber los
puntos fuertes del centro, nuevas tecnologías, materias que imparte y forma…
[7] Es muy importante el compromiso real
del centro por una formación integral del alumno: a nivel intelectual
(aprender a pensar y expresarse: entender el mundo y buscar la verdad), ético
(responsabilidad, respeto, tolerancia), estético/afectivo (sensibilidad,
motivación, conocimiento interior) y con sentido de trascendencia (apertura a
cuestiones de fondo, espiritualidad, ya sea religiosa, laica o aconfesional).
En términos de didáctica: metodologías activas, que estimulen la exploración y
la iniciativa, el gusto por pensar, aprender y participar, por aprender de los
errores; trabajar en grupo (Jorge Casesmeiro, pedagogo y miembro del Colegio Profesional de la Educación de Madrid).
[8] Los principios ideológicos, morales o
religiosos del centro deben estar en sintonía con las ideas de los padres. La
familia tendrá claro qué tipo de persona busca educar.
[9] Las instalaciones deben estar cuidadas
y adaptadas para los más pequeños, por ejemplo, los cuartos de baño. También es
importante el número de laboratorios, las aulas de informática, la biblioteca,
el salón de actos, las instalaciones deportivas, si el comedor tiene cocina
propia o no, si dispone de servicio de guardería, rutas escolares, así como
actividades extra escolares, programas para el verano, si cuenta con un
gabinete médico permanente o de enfermería o cómo funciona el departamento de
orientación educativa.
[10] Los colegios bilingües concretamente
funcionan de maravilla. No se puede descartar esta opción solo por el hecho de
ser una enseñanza pública. Los colegios concertados son centros privados que
disfrutan de subvenciones públicas, por lo que el coste de las matrículas es
inferior al de los privados. Es un modelo intermedio entre la enseñanza pública
y privada. Por lo general, solo suelen estar subvencionados los niveles
obligatorios (segundo ciclo de Educación Infantil, Educación Primaria y ESO),
pero los padres deben financiar el coste de los servicios como transporte
escolar, comedor, clases de refuerzo, actividades extraescolares, etc. Se
concierta un determinado número de aulas en cada colegio aunque es habitual que
el acuerdo afecte a la inmensa mayoría de las aulas. En los centros privados el
modelo de educación es financiado por los padres de los alumnos y están
autorizados para implantar un ideario de enseñanza propio, siempre que se
ajusten a las exigencias que marca la ley. También tienen libertad para
establecer sus normas de admisión.
[11] Saber si hay niños extranjeros, su
procedencia, y el ratio de niños por clase, por ejemplo.
[12] Los padres busquen referencias
directas del centro que les interese. Preguntar a los padres de alumnos,
concertar una entrevista con los responsables o profesores del centro para
profundizar ir a las «jornadas de puertas abiertas» para que los padres vean el
centro en pleno funcionamiento y resuelvan sus dudas in situ. Según Carmen
Guaita, la calidad de un centro se determina por una serie de indicadores «cómo
son los proyectos que desarrolla, su innovación, los idiomas que imparte, la posibilidad
de intercambio de alumnos con otros centros, incluso en el extranjero, la
amplia capacidad de las aulas de informática, la importancia que se concede al
deporte. Fuente: http://www.abc.es/familia-educacion/20130426/abci-como-elegir-cole-201304251259.html