Según los datos de las Naciones
Unidas y de la Organización Mundial de la Salud, cada año se producen
aproximadamente 600.000 suicidios de menores, de los cuales, más de un 50% son
causados a causa del “bullying”. Estos chicos son víctimas de niños acosadores,
niños crueles que desde muy pronto eligen el camino de molestar, mofarse,
humillar y “castigar” a los demás… física y emocionalmente. Una de las
preguntas que la sociedad debe plantearse es saber por qué lo hacen. Muchas son
las razones que pueden enumerarse como los tipos de escuelas, las diferencias
culturales, las procedencias dispares de los niños, etc., pero por regla
general el principal causante del acosador surge de la propia familia, quien
por diversas razones como conceptos erróneos sobre educación, ausencia de padre
o madre y su correspondiente carencia afectiva, tensiones matrimoniales, padres
violentos y con conductas erróneas, situaciones socio-económicas excesivas o
carentes, mala organización del hogar… Así empieza y evoluciona el problema.
El niño acosador es el típico
“chulito” que se cree mejor o más fuerte que otros. Su perfil se percibe de
inmediato. Para imponer su “ley” busca rodearse de admiradores. El acosador
crece porque tiene público que lo alimenta. Si se queda solo, termina por perder
su marco de influencia y, por ende, su poder. Los ves en casi todas las
escuelas, en los equipos deportivos, en las colonias escolares, en los recreos
o parques, en los casales de verano, en las actividades extraescolares, en las
redes sociales y en las aplicaciones de mensajería móvil. Son los clásicos
“vaciletas” o “cabecillas” que van por la vida de duros, de sabios, de
estrellas, según sus habilidades o estrategias. Son así porque sus compañeros
de clase y los adultos cercanos toleran su comportamiento permitiéndoles
desarrollar este tipo de roles. Todos hemos visto o vivido episodios de este
tipo en alguna etapa de nuestra vida, bien como autores, cómplices, victimas o
espectadores silenciosos.
Foto: Getty Images
Ser diferente muchas veces abre
el camino para ser víctima de los acosadores. Si el acosado no es capaz de
frenar esa primera vez, se inicia la creciente espiral que termina por devorar
a la víctima. Los responsables son la sociedad en general, pero en concreto,
las familias, las escuelas y las entidades deportivas. El “bullying” existe
porque los adultos lo permiten. ¿Existen soluciones? Si, por supuesto… la forma
principal para evitar el acoso escolar es mediante una educación basada en el
fomento de valores sólidos, como el respeto, la tolerancia o la empatía con el
prójimo. Cabe recordar que nadie es nada sin los otros y nada se consigue sin
implicación de todos.
Carlos Flaqué Monllonch