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viernes, 10 de marzo de 2017

RENACE LA TENSIÓN EN LOS BALCANES



Por cuestiones familiares, culturales y turísticas (algunas veces por razones laborales) suelo viajar cada año al Este de Europa. Gracias a ello he conocido otra forma de ver y entender la vida y como no la realidad que se gesta en estos países. Durante muchos años he visto como los EE.UU y sus aliados han dedicado enormes esfuerzos para hacer creer que esta zona europea, especialmente Rusia, es inmensamente hostil y adversa a los intereses occidentales y de Norteamérica. Sin embargo, todo esto es una mensaje propagandístico a fin de mantener el dominio sobre estos territorios. La Guerra Fría (1945-1985) ha sido un constante ejemplo de esa pugna por mantener el liderazgo mundial.

El paso del tiempo ha demostrado muchas cosas y ha desvelado muchas verdades que deliberadamente permanecieron ocultas o se mostraron manipuladas. Estos hechos hicieron cambiar la geopolítica internacional hacia otros derroteros. Hoy en día seguimos atrapados en esta loca vorágine de intereses cruzados. La caída de muro de Berlín (1989) y la posterior disolución de la URSS (1991), supusieron una gran oportunidad para los EE.UU y sus aliados para empoderar más su posición de liderazgo en el mundo, y hacerse con el control definitivo de la geoestrategia mundial. Pero los acontecimientos no dieron lugar a lo esperado. Con Vladimir Putin al frente, Rusia fue renaciendo de sus propias cenizas, construyendo un país muy fuerte capaz de hacer frente a sus más temibles rivales. Rusia es de nuevo la gran sombra de EE.UU. Rusia, además, ha sido capaz de acercarse a otros potentes países asiáticos, por lo que supone un duro revés a los intereses norteamericanos y europeos. Ante estos hechos, los Balcanes y otras ex repúblicas soviéticas son ahora reiteradamente protagonistas dentro del eterno juego de tronos geopolíticos.


Para entender un poco la realidad que nos envuelve, debemos saber que las escasas noticias que nos llegan de los países del Este, a excepción de Rusia, suelen dar una visión muy desfavorable de estas naciones y por tanto muy a favor de los intereses de los EE.UU y aliados. Recuerdo que las noticias que se transmitían de la última guerra balcánica (1991) y de la limpieza étnica de los serbios, distan mucho de la verdadera realidad. Eso es algo que tan sólo puede descubrirse cuando se viaja a estos países y se conoce la idiosincrasia y problemática de los mismos, se habla con los lugareños y se contrastan las informaciones con los trabajos de campo de periodistas y expertos ajenos a los medios oficiales, ya que éstos últimos están completamente financiados por el poder financiero interesado.

Siguiendo los trabajos especializados del periodista belga Michel Collon, “las empresas estadounidenses y distintos diplomáticos europeos implicados, pusieron en marcha un programa de propaganda encaminado a romper la coherente Yugoslavia de Tito, ya que estaba posicionada demasiado a la izquierda. Los objetivos eran eliminar su sistema social, someter la zona a las multinacionales foráneas, controlar el rio Danubio y todas las rutas estratégicas de los Balcanes, gran entrada hacia Asia. Para lograr este propósito, diversos intereses extranjeros de Alemania y EE.UU financiaron y propiciaron grupos radicales extremos y regímenes ultranacionalistas de extrema derecha los cuales dinamitaron el sistema e incentivaron una guerra civil atroz entre todas las etnias de la zona (musulmanes, serbios y croatas)". Las discrepancias entre estas nacionalidades ya venían de lejos, pero la entrada de radicales nacionalistas como Milošević, Tuđman e Izetbegović, precipitó una virulenta carnicería que podía haberse evitado en caso de otros dirigentes menos violentos. Pero los verdaderos causantes del conflicto (Alemania y EE.UU) necesitaban crear un culpable al que cargar las responsabilidades y justificar de este modo una intervención europea a gran escala. Y ese rol fue rápidamente adjudicado a Serbia, por ser justamente muy afín a Rusia.

Hay que recordar que posteriormente un patrón parecido se gestó en Irak con el fin de justificar la intervención militar en ese país, destruir sus influencias en Asia y apropiarse de sus recursos y posicionamiento estratégico. La política, como decía Groucho Marx, “es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. La guerra no deja de ser el último resultado de todas las medidas políticas que anteriormente han fracasado: diplomacia, distorsión, atentados, revueltas internas, embargos económicos… La guerra en última instancia no deja de ser el eslabón final de la compleja cadena y a su vez un doble y gran negocio para los países implicados. Gracias a ella, se obtienen enormes ventajas: venta de armas, apropiación de recursos, reconstrucción del país vencido, imposición de gobiernos títeres, etc.


Por tanto, los Balcanes y otros países lindantes con Rusia o cercanos a ella, son objeto siempre de esta necesidad imperiosa de la UE y de los EE.UU para hacerse con el dominio de la zona, al precio que sea. La información, la contrainformación, la desinformación y todo tipo de operaciones secretas y encubiertas, son las responsables reales de los conflictos que se generan en el mundo, todos ellos hábilmente orquestados por manos poderosas e invisibles que engañan a los ciudadanos haciéndoles creer en causas imaginarias.

Volviendo a los Balcanes actuales y a Rusia, cabe recordar que los EE.UU siguen obsesionados en presionar Europa con el objetivo de disponer alianzas que permitan aislar a Rusia y dinamitar su expansión e influencia en Eurasia. El gran sueño norteamericano (el de Bush, Obama y antecesores) siempre ha sido una misma constante: acabar con Rusia y su influencia, es decir, evitar que sea un contrapeso en el juego político internacional. Es por ello que el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es una terrible pesadilla para EE.UU,  ya que permite construir una agenda de cooperación multisectorial entre todos sus miembros con el fin de hacer un poderoso frente contra los EE.UU y sus aliados.


¿Cómo están las cosas ahora? Sin lugar a dudas, Alemania domina Europa pero EE.UU controla hasta ahora el mundo. La dinámica de fuerzas ha variado, sin embargo, persiste el mismo patrón de tensiones y conflictos: dividir y obtener ventajas. Las guerras de Irak, de Afganistán, el conflicto de Ucrania y la actual guerra en Siria, etc., son claros ejemplos de este infernal juego de poderes: crear problemas y aplicar soluciones. Dividir, aislar, debilitar y obtener. Es la fórmula aplicada y las consecuencias son distintas según el nivel de los objetivos. Una de esas consecuencias es la inmensa ola migratoria que se desplaza por Europa, y que entre otras razones, busca debilitar al viejo continente. El terrorismo juega en esta coyuntura una baza determinante.

El triunfo de Donald Trump nadie lo esperaba y ahora mantiene en jaque a todo el mundo. Es un punto y aparte, un nuevo reto que puede hacer variar la geoestrategia hasta entonces conocida. La habilidad de Trump para los negocios le lleva a un acercamiento con Vladimir Putin. Sabe que enfrentarse a Rusia no es ventajoso... Por lo que cabe preguntarse…: en un mundo dominado por los intereses económicos y financieros... ¿quién dominará la geoestrategia internacional en las próximas décadas?

Carlos Flaqué Monllonch

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