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domingo, 19 de julio de 2020

DENIS ROUVRE Y DAVID NAL-VAD, REGRESIÓN A LOS TIEMPOS OLVIDADOS




Dicen que el negro es la ausencia más elegante de la luz, porque define un estilo por sí mismo. A su vez, realza los contrastes y los niega, destaca los brillos y las texturas. Y es que cualquier elemento distinto a él sobresale con mayor identidad. Asimismo, se conjunta bajo cualquier forma, desafía el movimiento y su trazo seduce la fusión con el resto de cromas. El negro es, por excelencia, el comienzo y el fin, la nada y el regreso, el vacío y la presencia, el principio de la oscuridad y el inicio de la creación.

Cuesta entender cómo durante muchos siglos muchas culturas han asociado el negro al dolor, a la muerte, a la esclavitud. En las sociedades primitivas, sin embargo, el uso del negro era consecuencia del entorno que envolvía a los elementos y a los habitantes de aquel tiempo y espacio. Las etnias antiguas usaron el color y el negro como constancia de sus logros, triunfos, ceremonias o señas de identidad. Estos primeros humanos fueron conscientes del esfuerzo que ofrecían las cosas, de la búsqueda de sus aplicaciones, unas veces intencionadas, otras por azar, pero que les permitía realizar sus primeras manifestaciones. Probablemente el negro, consecuencia de la combustión de las maderas quemadas, junto al rojo, la sangre que emanaba de los heridos y de las piezas cazadas, fueron las primeras tonalidades que estuvieron a su alcance. Esa magia tejió la identidad y sentido de los grupos, la fuerza y la permanencia de los clanes, de su poder y jerarquía, de la inspiración para celebrar sus ritos, en definitiva, fueron los primeros esbozos artísticos de la Humanidad.




Los arqueólogos han hallado múltiples evidencias del uso primitivo de ciertos pigmentos como señales estéticas, decoraciones corporales, plasmación de hechos realizados. En las sociedades occidentales actuales, el negro se ha asociado a cosas negativas pero al mismo tiempo a elementos positivos, como la fuerza, la magia, la nobleza, la elegancia e incluso la creación. Entre los Masai el negro se asocia con las nubes que traen la lluvia, símbolo de la vida y de la prosperidad. En la moda occidental, el negro está considerado como un estilo noble y de máxima distinción.

Partiendo de estos significados, de esta diversa cosmogénesis antropológica, el fotógrafo Denis Rouvre y el pintor escultor David Nal-Vad, han sido capaces de llevar a cabo una profunda regresión para recuperar estos estados olvidados de la Humanidad. Ellos trabajan proyectos artísticos donde los colores se reintegran para trazar entramados elementales y contrastes cuarteados que denotan una geografía erótica, salvaje y tribal. El negro, junto al blanco, luce como dominante. de las escenas. Blanco y negro pues, como unión indefinida de los contrarios, se mezclan con el resto de colores intensos, destacando el rojo y el amarillo para configurar una mágica experiencia de corte afro.



Inspirados en los rituales y costumbres más ancestrales, en las técnicas y aplicaciones sobre el cuerpo y la piel, el desnudo adquiere una dimensión arquetípica capaz de elaborar por sí misma una sofisticada expresión de fuertes impactos, dando como resultado una arquitectura totémica y gráfica que nos transporta a los lejanos mundos de las selvas y las sabanas africanas. Se trata de estudios gráficos en clave negra, blanca o gris, donde toques de color sobresalen como distinción: Este espectacular brío primigenio, configura luna dermis sensorial que define la globalidad oscura de la vida y del drama, una sinfonía plena de ambivalencias, similitudes y diferencias. En algunas obras, los fondos logran mimetizarse con el principal objeto, yuxtaponiéndose en un todo cromático de único lenguaje.

Denis Rouvre no es un fotógrafo cualquiera, es un artista que nace en Epinay sur Seine, localidad sita en Francia. Completa su formación artística en la escuela francesa de Louis Lumière y se inicia como fotoperiodista para la prensa nacional. El paso del tiempo le hace derivar hacia los retratos fotográficos. Desde 1998, sus fotografías son distribuidas por la agencia ‘Corbis Outline’ de New York. Como profesional acreditado ha realizado trabajos para diversas campañas publicitarias, retratos de famosos (Tom Hanks, Robert De Niro, Morgan Freeman, Tim Burton…), así como portadas para Césaria Evora y Demis Roussos, entre otros. La serie ‘Senegalese Wrestling’ ganó el segundo premio del concurso de ‘World Press Photo’ en la categoría historias deportivas en el 2010, y los proyectos ‘Co-Incidence’ y ‘Ethnic’ han dado la vuelta al mundo a causa de su gran belleza plástica, simbólica y pluridisciplinar. Su dominio de la luz y de la expresión corporal pone de manifiesto su sensibilidad por introducirse en el alma de los tiempos remotos, descubrir la dinámica corporal como punto de ritmo y expresión, así como pincelar ese trazo en el espacio y tiempo. Los cuerpos que  Denis fotografía están fijados dentro del fotograma pero sientes como se deslizan a través del soporte, expresando distintos sentimientos y experiencias.



David Nal-Vad es un escultor y pintor nacido en 1954, Francia. Tras vivir casi treinta años en Gabón, África, estableció su residencia en Gran Bretaña. Altamente influenciado por el arte primitivo, las etnias del pasado y sus variadas ceremonias, se funde en la esencia cognitiva de los trazos y aplicaciones del cuerpo humano. La desnudez se convierte en un lienzo donde las texturas, luces y volúmenes pueden dibujar y dar color a un diseño ancestral que sintetiza las pulsiones primitivas de los seres humanos: la sexualidad, la caza, el mito, el afecto, la magia, la supervivencia... El propio artista se autodefine como una entidad abierta a la diversidad, un vagabundo de las culturas carente de un sistema concreto que lo encierre dentro de una visión unidireccional. Con más de cuarenta años de exposiciones internacionales, David Nal-Vad persiste en su constante búsqueda de la esencia del arte, el origen de la misma, olvidándose de lo que hay detrás de ella, del mundo comercial que la envuelve.

Carlos Flaqué Monllonch

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